A la hora de enfrentarnos a una entrevista de trabajo, hoy en día no basta con tener un buen currículum, sino con saberlo vender. Para que esta idea nos quede mucho más clara, podemos hacer un paralelismo con los pilares fundamentales del marketing que es la base del marketing personal.
A todos, en menor o mayor medida, nos queda claro que el marketing es un conjunto de estrategias que se aplican en el mundo de la empresa, sobre todo, para vender o, cuanto menos, vender mejor y más. Si partimos de la idea de que somos un producto/marca y queremos darnos a conocer o vendernos mejor, el marketing nos da varias estrategias que podemos utilizar y aplicar con buenos resultados.
En primer lugar, la marca es la imagen que el resto tiene de nosotros mismos y, aunque creas que eres un gran profesional, el resto de personas no tienen por qué saberlo. Por tanto, tenemos que intentar representar todo lo que somos y lo que podemos aportar en nuestra imagen. Es verdad que hay un apartado en la imagen que otros se hacen de nosotros en la que no podemos influir, ya que son retazos de experiencias hechas a base de vivir; por este motivo, no todos las personas nos formamos la misma imagen. Mientras que alguien te puede inspirar confianza, esa misma persona puede causar el efecto contrario en otra. Por este motivo, tenemos feeling con gente concreta y otra nos puede producir cierto ‘rechazo’.
Jeff Bezzos, fundador de Amazon, lo resume muy bien, diciendo “la marca personal es lo que otros dicen de ti cuando no estás”.
Pero ¿para qué sirve la marca personal? Sobre todo y ante todo para diferenciarte de los demás competidores. Ya hemos dicho que eres un producto y que quieres que el consumidor te elija de entre muchos productos similares (todos tenemos títulos, idiomas, cursos…) que hay en el mercado. Tenemos un nombre, un logotipo (nuestra cara/presencia que también hay que cuidar, nunca imitar. Tenemos que ser lo mejor de nosotros mismos y un conjunto específico de características, es en este último apartado donde debemos diferenciarnos. Ya lo dice Philip Kotler, uno de los padres del marketing: “una marca es la promesa de una parte vendedora de proporcionar de forma consistente a los compradores un conjunto específico de características y beneficios”.
Debemos comenzar por identificar aquellas características que nos diferencian del resto y añadan valor a nuestra marca. Una vez identificadas tenemos que saberlas comunicar, de tal manera, que el comprador se quede con las características que nos hacen destacar. Una vez que hagas este ejercicio, saldrá por sí sola nuestra debilidad y ahí, también hay que trabajar; en un principio, omitir o disimular si perjudican nuestra marca y, a largo plazo, ir trabajando dichas debilidades para convertirlas en características que te diferencien.
Hay que tener claro qué objetivos profesionales te planteas, dónde quieres trabajar y qué puedes aportar en la función que tendrías que desempeñar. También que la mayoría de los compradores quieren un aporte, un valor añadido en la marca que van a comprar. A veces, ese plus puede venir de tus méritos académicos o de tu esfera personal por medio de los hobbies.
Muchas veces se piensa que el currículum es un documento formal y, por ende, se debe dejar fuera todo este tipo de información referente a nuestras habilidades y aficiones. Pero cada vez más, sobre todo en el currículum anglosajón, hay apartados donde poder incluir dicha información que, si está bien expuesta, puede ser una baza a nuestro favor. Puede hacer que la balanza se incline hacia el lado que nos interesa.
Un ejemplo claro del peso que puede generar a la hora de obtener una entrevista de trabajo lo tenemos en la historia de Thomas Page.
Grosso modo, la historia de Page (24 años, Reino Unido) se basa en un sueño: dedicarse al capital de riesgo sin tener experiencia alguna en el negocio. Instalado en Silicon Valley, consiguió su primera entrevista con Michael Moritz, número uno en su campo profesional. Pero ¿cómo un chico de 24 años recién llegado de Inglaterra y sin experiencia logró su primera entrevista con uno de los hombres más influyentes en lo que a capital de riesgo se refiere? Su plus, saber jugar al poker.
Para Moritz que Page estuviera entre los 500 mejores jugadores de poker de Inglaterra suponía que tendría que saber de estrategias, sabría tomar decisiones adecuadas y aprovechar las oportunidades para generar el máximo de beneficio.
En un principio podríamos suponer que añadir a nuestro currículum una afición como la del juego puede suponer un menoscabo por el contenido peyorativo que esta actividad puede llevar aparejada, pero para Moritz era información extra que le daba el currículum de Page.
Por lo general, aunque a veces parezca lo contrario, las empresas buscan personas y tenemos que darnos a conocer. No obstante, hay que tener claro que solamente añadiremos aquellas aficiones que puedan tener relevancia con el puesto solicitado o la filosofía de la empresa. Por contra, hay que evitar aquellas que puedan generar controversia como las relacionadas con la política o religión.
Como podemos ver, nuestra marca personal está compuesta por diferentes piezas que hay que saber encajar lo mejor posible para que la imagen final de ese puzle sea la que mejor hable de nosotros.
1 comentario